jueves, 6 de septiembre de 2007

Situaciones

Situación personal:
Una vez, suponiendo que iba para Flores, acompañé a un amigo a comprar una cosa para su bajo. Terminamos en el límite entre Mataderos y Lugano, al lado de la villa. A todo esto mi amigo llevaba unos auriculares de DJ un tanto llamativos. La cuestión es que nos adentramos por el barrio (que era donde tenía que ir a buscar su nueva adquisición) y mientras más caminabamos la gente que nos veía más respiraba que no eramos de ahí. Hasta que llegamos a la esquina donde supuestamente vivía el vendedor, nos había pasado una dirección que terminaba con "0" (5000), lo cual a mi particularmente me despertó curiosidad. En esa esquina no había nadie y no había ninguna casa, sino un teléfono público, que parecía estar puesto ahí a propósito; lo usamos para llamar al poseedor del bien en cuestión que efectivamente no vivía ahí sino en algún lugar a una cuadra de distancia. Pasó un rato (a todo esto mi amigo tenía bastante plata en el bolsillo) hasta que a mitad de cuadra, un chico agita su mano desde la entrada de una casa y nos invita a acercarnos. Antes de que nosotros hicieramos un paso ya se había metido adentro de su hogar dejando la puerta abierta para que al llegar nosotros la cerremos. Diganme paranoico pero a esta altura me resultaba medio sospechoso todo. Finalmente el pibe que tenía el accesorio para el bajo resultó ser muy amigable y creo que prejuzgamos la situación.
Mi amigo probó todo lo que tenía que probar, pagó y nos fuimos.
Ahora cargábamos con el pedal bendito para el bajo, así que nos quisimos ir rápido de la zona. Decidimos buscar un taxi mientras caminabamos unas cuadras para ganar tiempo. Avistamos uno del cual bajaba una persona, y sin pedirle permiso al chofer nos subimos al vehículo. El conductor nos miró como si estuviésemos haciendo algo fuera de lo común al subirnos a su auto, y sin hablarnos, seguía estacionado en doble fila en frente de la casa donde había dejado al último pasajero. Le preguntamos si nos podía llevar hasta la avenida y nos respondía con sí's dudosos y mirando para los costados; tampoco entendía que queríamos simplemente a la avenida. Hasta que de la casa que estabamos parados en frente salió una nena y una señora mayor que lo llamaban por el apodo de "abuelo".
Se volvió todo más claro: nos habíamos metido en el auto justo cuando él había terminado su recorrido y disponía a pasar tiempo con su familia y no tenía muchas ganas de llevarnos a ningún lado. Acto seguido nos bajamos del taxi y decidimos caminar hasta la avenida más cercana y tomarnos el colectivo, riéndonos de la situación rara que habíamos pasado previamente.

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